.....¿nuestra preocupación por la integridad física de nuestros pequeños
podría afectar a su desarrollo psicomotor y, por tanto, a su futura
destreza y seguridad?. En determinadas situaciones, bastante cotidianas
por cierto, sí.
Seguro que desde bastante pequeños andabais solos por la calle y os
subíais a un montón de sitios que ahora os parecen, pensando en vuestros
hijos (si los tenéis), una locura.
¿cómo hemos llegado a este nivel de preocupación y sobreprotección?.
Según la hipótesis de Frank Furedi, (Universidad de Kent)la imagen del niño se ha transformado
enormemente a lo largo del último siglo. Antaño los niños se
consideraban robustos y fuertes; el riesgo era positivo. En la
actualidad creemos que son frágiles; que se los debe proteger desde un
principio ante cualquier daño psicológico [previsible] y físico.
Existe un extenso mercado de consejeros y asesores que se aprovechan de
los padres inseguros, fenómeno que alimenta más el temor”.
Entre los factores que contribuyen a este cambio de percepción se encuentran:
- un mayor acceso a la información
(noticias) unido a la repercusión de los sucesos desagradables,
especialmente cuando de niños se trata. Dicho de otro modo: el morbo y
nuestro natural procesamiento semi-automático de la información,
que nos evita hacer costosos análisis exhaustivos de cada situación y,
en este caso, hacer una valoración estadística que nos permita
comprender, en su justa medida, la baja probabilidad de los accidentes
infantiles graves y otras horrores como secuestros, etc.
- la edad de los padres, que ha aumentado
significativamente en el último siglo y, con ella, la forma de percibir
la realidad. Con la edad, tal vez por el natural declive físico y
cognitivo, tendemos a ser más conservadores (¿también ideológicamente? ;-) y, por tanto, a percibir más situaciones de riesgo que cuando somos más jóvenes.
Pero no sólo se trata de las interferencias que la sobreprotección puede
tener en las habilidades físicas; también en las intelectuales. nvestigaciones que estudiaban la relación entre movimiento y cognición concluyeron que existe correlación positiva entre la actividad física y la inteligencia y la creatividad (F. Trudeau, U. Quebec, 2008).
Por otra parte, y por si no eran argumentos suficientes, las continuas
llamadas de atención acerca de los “peligros” que acechan a los niños
por doquier influyen, a su vez, en la percepción que estos van a tener
del mundo, elevando su nivel de ansiedad ante cada nuevo reto que se
encuentren en la vida. Hasta el punto de generar “efectos paradójicos”: evitarles todo peligro puede convertir su vida posterior en un peligro. Primero, porque no aprenden a valorar los riesgos por sí mismos y, consecuentemente, desactivamos el efecto antifóbico que tiene el “juego arriesgado”: por ejemplo, el miedo a las alturas se reduce trepando por iniciativa propia
Lo importante es dejarlos explorar el medio y acompañarlos en sus
inquietudes, a unos les dará por trepar, a otros por cavar, construir o
hacer ramos de flores…
Referencias:
- Desarrollo. Derecho al rasguño, V. Ahne en Mente y Cerebro.
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